lunes, 2 de enero de 2012

Sacarle provecho a lo inesperado.

     Durante el comienzo de este mes de Diciembre, estuve leyendo un libro sobre la disciplina, por cierto muy interesante, y aunque el mismo autor (Richard Shelley) menciona en su libro que no hablará de nuevos descubrimientos en la materia, sino sobre cosas básicas que podemos poner en práctica como una inversión con grandes ganancias a futuro. Shelley dirige su propuesta a partir de fundamentos bíblicos, ofreciendo alternativas para toda clase de personas que invierten su tiempo en su profesión, oficio o estudio. Abriendo un abanico de posibilidades para todos no solo para los pastores. Y me ha parecido retomar la actividad de escribir y compartir a través de este medio, lo que Dios a través de todas la disciplinas me va mostrando, es un buen pretexto y tentador al mismo tiempo, dejar pasar el año nuevo sin retomar o iniciar nuevas propuestas o resoluciones. Así que comparto con ustedes este fragmento de tres puntos del libro de Shelley, que bien queda para reflexión de este inicio del 2012.
  1.       Piense en que el hecho de impacientarse es una necedad. No cambiará nada, excepto el hecho de que se cambia de un estado a otro. La importancia es la reacción del hombre pequeño, cuya imaginación está empequeñecida, cuyo depósito de ideas está agotado y cuya vida es egocéntrica. El hombre grande se niega a malgastar su energía nerviosa en inútiles chisporroteos.
  2.     Dele gracias a Dios por su oculta providencia. (Rom. 8:28) alguien ha observado que el Señor no sólo ordena los pasos del hombre, sino también las paradas. Había un obrero cristiano de Inglaterra que durante la guerra sentía la imperativa necesidad de tomar cierto autobús, pero lo perdió por causa de demoras que estuvieran fuera de su control, y tuvo que esperar una hora mientras llegaba el siguiente, estuvo tentado a impacientarse, hasta que el autobús que al fin tomó, pasó al que no pudo tomar. Este había sido retorcido y desmenuzado por una bomba que había caído. Los pasajeros se habían convertido en cadáveres. Sin embargo, rara vez vindica tan rápidamente la divina providencia. Generalmente el designio misericordioso que hay detrás de una demora permitida, no se revela de inmediato y esto es bueno, puesto que las enigmas de la providencia son buenas para la fe.
  3.      Pídale a Dios que le indique cómo convertir su frustración en satisfacción. Averigüé cuál sería la necesidad humana que usted probablemente no hubiera satisfecho a causa de su apresurada eficiencia. Un amigo mio se halló una tarde aislado en la silla de una sala de espera, sin un libro para leer ni una libreta en la cual escribir. Al considerar que de ese modo probablemente perdería varias horas, y pensar en lo importante obra que lo estaba esperando, comenzó a ponerse tenso. Luego intencionalmente y con oración, se tranquilizó y miró alrededor. En el lado opuesto de la sala se hallaba una atormentada y preocupada madre con un niño enfermo en sus brazos y otra niña impaciente a sus pies, tirándole la fada y demandando atención. El profesor universitario no necesitó mucho tiempo para ganarse la confianza de la pequeña y colocarla sobre sus rodillas, donde la mantuvo felizmente ocupada hasta que la agradecida madre salió del despacho del médico, ya lista para marcharse al hogar. El propio corazón del profesor, se sintió extremadamente confortado. No había perdido la tarde. La había invertido. Muy a menudo, la persona que quiere ser disciplinada sólo hace provisiones para lo ideal; cuando la engolfa lo que no es ideal, queda fuera de equilibrio. Tenemos que aprender a tomar el material tosco de la realidad y transformarlo en servicio. (Romanos 8:28)


Del libro: La vida disciplinada, autor: Richard Shelley Taylor . Ed Betania 1979.

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