martes, 16 de noviembre de 2010

Minimizando

Hoy todo el movimiento que acompaña a nuestra vida, los constantes cambios culturales, las tradiciones, la forma en que nos relacionamos también esta alcanzando la forma en que vemos al pecado, el terminó ya no se considera tan grave como la Biblia lo declara, estamos perdiendo la sensibilidad de nuestros actos que no agradan a Dios, incluidos los mismos creyentes. Por ejemplo: podemos señalar el homicidio, el robo, aborto, esto es muy fácil de identificar y todos dentro de nuestros círculos concéntricos podemos señalar de inmediato, pero que pasa cuando se trata de nuestros propios pecados como: el chisme, el enojo, orgullo, envidia, amargura o lujuria, es obvio que estamos más preocupados por le pecado que se comete dentro de la sociedad, o en nuestras familias, con nuestros amigos y en la Iglesia que el nuestro. Hoy en día podemos protestar por los grandes problemas que envuelven a nuestra sociedad, y eso esta bien, levantar la voz por las iniquidades del mundo, podemos incluso condenar tales actos, pero ¿ Porqué no nos angustiamos tanto cuando somos egoístas, impacientes, criticones y enojones? ¿Será que consideramos a estos pecados menores que los otros? ¿Cuándo hablamos mal de alguien o simplemente no podemos dar una opinión que glorifique a la persona? La Biblia dice: "Porque el que cumple con toda la ley pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda." (Santiago 2:10) la Biblia confirma "Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley" ( 1 Juan 3:4) Cuando Dios nos muestra algún pecado en particular del cual somos culpables, no nos dice que nos tomemos nuestro tiempo para hacerle frente. El dice que debemos enfrentarlo !Ahora Mismo! , al comprender que estamos haciendo mal, el tiempo de dejar de hacerlo es ahora, no mañana ni pasado, ya que podemos estar tolerando el pecado y tal vez protegiéndolo. "Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. 10 Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros." (1 Juan 1:9-10). Esto es una verdadera revolución.

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